Tinieblas en el corazón. Me he estado leyendo en la oscuridad, no he podido encontrar las velas. Estoy caminando en calma para no tropezar nuevamente. He recorrido varios caminos en apuro, mirando hacia atrás con miedo a todo lo desconocido. Los que lo han sentido saben de qué les hablo, pero ahora voy en calma, despacio, en ese mundo oculto donde necesito mis sentidos atentos. Me estoy desvaneciendo una vez más de la superficie. El mundo que me da paz no está ahí. Está en la profundidad de mi corazón, pero estar situado en él es peligroso. Aquí la gravedad no existe y casi no puedo respirar viendo cómo la vida lo ha lastimado. Todos los secretos de ese lugar ahogan mis pálpitos y me llevan a mis vacíos. Me sitúan en mis miedos. Acá, en lo profundo de mi corazón, puedo alterarlo todo para escribir sobre las huellas, pero tengo un problema: cuando lo hago, mis dolores corporales se resaltan y son lo único que siento entre mis tinieblas. Tengo que encontrar la forma de florecer entre esas grietas.
Camino por mi sangre que esconde otra sangre, otra totalmente limpia que me lleva por ese lenguaje ambiguo de mi corazón donde veo muchos caminos, otros mundos, otras realidades sin cuerpo. Mi corazón se agita y quiere expresarse, decir lo que tiene que decir de una manera sutil, sencilla. Quiere ver mis ojos tranquilos, mis gestos sin estrés y mi cabeza en armonía. Me dice que cuando ya no tienes, ni eres ansioso, estás por fin en libertad, pero he descuadrado mi mandíbula tratando de entender eso. Me duele la cabeza y no puedo ni siquiera ponerla en mi almohada para descansar. Siento que hay una tormenta ahí, con truenos que retumban insoportablemente, haciéndome imaginar que mi cuerpo se va a detener y no volveré a ver la luz artificial que veo cuando miro fuera de mí. Estaría muerto.
Acá, en las tinieblas de mi corazón, miro fijamente los ojos de mi alma y puedo llenar los espacios por donde se mueven mis vacíos. Acá, mi cuerpo se vuelve transparente, sale del ser todo lo que no hace parte. El paraíso prometido soy yo, desde esa perspectiva, entonces lo penetro hasta transformarme en lo que realmente soy. No me soporto dentro de mi cabeza gritando. Las tinieblas del corazón como acto de creación y de luz que apaga esas voces de mi cabeza: silencio mental. Pues la derrota tiene una honestidad que no tiene la ruidosa victoria. Tinieblas en el corazón para despertar memorias y sonreír con los recuerdos buenos y malos, porque ambos son fuerza. Tinieblas en el corazón para activar el conocimiento de mi cerebro y la sabiduría de mi alma y volverme el sol. Tengo que hablarle a mi corazón buscando el tono correcto, como la luna al mar, o de lo contrario se paraliza. Es una prueba de fuego que hago siempre frente al papel. Lo único que nos ha detenido a mi corazón y a mí ha sido el miedo, sus ausencias para siempre. Qué aterrador tener esas conversaciones honestas con él. Quizás pensé que era más fácil, pero hoy me duele más la cabeza. Supongo que debo seguir intentando hasta quitarme ese peso. Siempre he escuchado decir que la profundidad es la mayor de las alturas y me voy a lanzar para renacer una vez más. Mis demonios amenazan con arruinarme, ja, ja, ja, ja. Se arrastran por mi ADN, no han podido encajar, no encuentran mi sangre limpia y pura. Encajar es difícil y más si se trata de mi esencia. Me he perdido muchas veces en ella, no en otras. Me hace liviano, floto y solo tengo masa cuando me muevo en mi propia dirección. Debo ir hacia allá... tengo que esquivar esas caras duras como las rocas. Me he dado cuenta de que son una fachada, no son reales y son realmente cobardes.
3:32 A.M. y mi cuerpo sigue convulsionando. Leo el Carpe Diem y me la paso en el hermoso pasado. "¡Suéltalo!", me grita mi alma. Solo escribiendo veo la claridad del presente, así que ahí, manifiesto el futuro. Estoy viendo una vez más el papel elevarse a mi alrededor sin forzarlo. He estado mirando hacia abajo y hacia atrás, pero la fuerza de mi corazón no me deja perderme todo lo hermoso que tengo enfrente, todos esos colores que nadan por la luz del fuego y embriagan mi corazón. "¡Levántate!", voy a sacar todos esos espíritus ajenos que se me han pegado en esas telarañas mundanas. Los voy a enterrar en lo profundo del mar, los voy a quemar en el Fuego, los voy a mezclar entre las raíces de la tierra para que se vuelvan bosques y que así se disipen en el aire para que se transformen en paz cuando otros los respiren. Tinieblas en el corazón, pero yo soy la luz, ya sé... los verdaderos secretos para encontrar la paz se encuentran detrás de la oscuridad.